¿Qué es el sesgo de la víctima perfecta y cómo puede afectar las investigaciones de acoso sexual?

¿Qué es el sesgo de la víctima perfecta y cómo puede afectar las investigaciones de acoso sexual?

Usted es parte del equipo encargado de resolver los casos de acoso sexual. Durante la entrevista, la persona que denunció la situación no se ve notoriamente triste, ni débil ni vulnerable. Es más, sabe que tiene una vida social activa y le gusta salir. ¿Esos factores nos dicen algo respecto de si el caso ocurrió o no?

Veamos. Hace poco más de dos años, un juzgado de Ica (ciudad a dos horas de Lima, la capital peruana) se hizo mundialmente conocido por rechazar la denuncia de violación sexual que una joven había planteado porque ese día usó ropa interior de color rojo, “resultando extraño que la supuesta personalidad [tímida] que presenta, no guarde relación con la prenda íntima que utilizó el día de los hechos, pues por las máximas de la experiencia ese tipo de atuendo interior femenino suele usarse en ocasiones especiales para momentos de intimidad, por lo que conlleva a inferir que la agraviada se había preparado o estaba dispuesta a mantener relaciones sexuales con el imputado” (1).

Unos meses después, en otro caso que conmocionó Chile, el abogado defensor de un acusado por violación sexual (a varias mujeres, algunas menores de edad), trató de desacreditar el comportamiento de una de sus víctimas señalando que: usaba Tinder (una app de citas), tenía una vida social activa, ese día tomó alcohol y se sabía que en alguna ocasión tomó un anticonceptivo oral de emergencia (2).

¿Por qué la ropa interior que una mujer usa  puede predeterminar su conducta sexual y decirnos algo sobre su versión? ¿Qué tiene que ver el tipo de ropa que usaba la denunciante con el que caso que se investigaba? Usar una red social para conocer y salir con gente, ¿anula la posibilidad de que alguien pueda ser víctima de violencia sexual? ¿Qué está detrás de esta forma de pensar?

Hace casi 40 años, el criminólogo Nils Christie planteó una categoría que hoy nos permite entender los casos narrados previamente: la víctima perfecta o ideal. Nuestra sociedad ha construido la idea de que las víctimas deben ser de cierta manera para que encajen en esa etiqueta. Christie identifica ciertos atributos que la sociedad exige a las “víctimas perfectas”: i) que se trate de una persona “débil” o “vulnerable”, ii) que haya estado realizando una actividad “respetable” o “decente”, iii) que no se le pueda culpar por dónde estaba, iv) que quien sea responsable de la agresión sea “grande” y “malo”, entre otros (3).

Esta caracterización de la víctima perfecta responde a la forma en la que históricamente hemos concebido a las víctimas. Pensemos, por ejemplo, en una de las historias más populares de nuestra infancia: la caperucita roja (4). Una niña inocente (primer atributo) tiene el encargo de llevarle algunas cosas a su abuela que se encontraba mal (segundo atributo). Su mamá le pide que no se desvíe del camino, pero ella busca unas flores para hacerle un ramo a su abuelita (tercer atributo) cuando conoce a un lobo que con engaños extrae información para hacerle daño a ella y a su abuela (cuarto atributo).

En el caso concreto de las víctimas de violencia sexual (donde se encuentra el acoso sexual), las relaciones de género moldean de manera más profunda estas exigencias sociales. La víctima perfecta no solo es “vulnerable” sino que además debe ser “inocente sexualmente”, es decir, sin una vida sexual activa, con poca libido y con una inocencia incorruptible. De ahí que, a criterio del abogado defensor que cité al inicio, si una mujer tiene una cuenta en una app de citas, entonces resulta poco probable que pueda ser víctima de violencia sexual.

Si racionalizamos estas declaraciones, no es difícil concluir que la ropa que una persona usa, su actividad social o que ingiera alcohol nada tiene que ver con los hechos que puede estar denunciando. Sin embargo, los estereotipos y sesgos funcionan de esa manera: moldean nuestras decisiones y formas de pensar por más que queramos ser “objetivos/as” en nuestro razonamiento.

Volvamos a la pregunta con la que empezamos esta entrada. Ahora nos queda claro que el hecho de que una persona no encaje en el patrón de cómo “debe ser una víctima” no significa que los hechos denunciados no hayan pasado. Sin embargo, tengamos mucho cuidado con la forma en la que abordamos este tipo de casos, pues puede que no nos demos cuenta, pero el sesgo o mito de la víctima perfecta se podría estar presentando. Y si ello ocurre, las consecuencias son bastante graves: a nivel individual, se revictimiza a quien denuncia el caso (con las afectaciones al bienestar emocional que ello produce) y a nivel organizacional, se complica el proceso de investigación y se expone a la organización a potenciales demandas por discriminación y revictimización.

A continuación, dejamos tres consejos para evitar que el sesgo de la víctima perfecta o ideal se presente durante la atención e investigación de casos de acoso sexual en su organización:

  • Reconozcamos su normalización: las intervenciones de prevención del acoso sexual deben partir por reconocer lo normalizado que están este los sesgos o estereotipos que lo sostienen. De ahí que el primer paso para evitarlos es reconocer cuán presente está el sesgo de la víctima perfecta en los espacios en los que nos desenvolvemos, y que también podrían darse en nuestras propias interacciones. Mientras más hablemos sobre estos temas, más alertas estaremos cuando puedan estar presentándose.
  • Establezcamos protocolos para prevenir: el establecer protocolos internos de atención y actuación es fundamental para poder mitigar el sesgo de la víctima perfecta. Si definimos, a priori, cómo deberíamos atender a una persona que denuncia haber pasado por una situación de acoso sexual, reducimos la posibilidad de que este sesgo se presente. Lo mismo con la investigación: predeterminar qué preguntas podemos hacer y señalar qué preguntas deberían estar prohibidas, ayuda muchísimo para esta tarea.
  • Incluyan estos temas en sus capacitaciones: ya antes hemos señalado que los métodos tradicionales para capacitar en acoso sexual pueden ser perjudiciales o no tener el efecto esperado (5). Lo que no quiere decir que estos no sean útiles si es que son bien diseñados. Una parte fundamental de este cambio de perspectiva consiste en incluir información sobre los sesgos o estereotipos relacionados al acoso sexual en las intervenciones que se diseñen. En particular, estos temas deberían ser incorporados en las capacitaciones para el personal encargado de la atención e investigación de casos de acoso sexual laboral.

Desde GenderLab trabajamos los entrenamientos a los equipos encargados de investigar y resolver los casos de acoso sexual con una perspectiva centrada en reconocer que estos sesgos se pueden presentar y saber cómo evitarlos. Si quieres más información, no dudes en escribirnos a contacto@genderlab.io.
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(1) La sentencia puede ser leída en este portal: https://lpderecho.pe/violacion-victima-trusa-rojo-encaje/?fbclid=IwAR30yv47GUSxHxpeiDI2ocUWiXYQX9Ay36tgZGmRviHJEOW2mtg3zMCv4ek

(2) Véase: https://www.latercera.com/paula/a-que-se-refiere-y-por-que-es-injusto-el-concepto-de-victima-ideal-en-casos-de-violacion/ .

(3) Christie, N. (1986). The Ideal Victim. In: Fattah, E.A. (eds) From Crime Policy to Victim Policy. Palgrave Macmillan, London. https://doi.org/10.1007/978-1-349-08305-3_2

(4) En este texto se puede ver de manera más amplia cómo se conecta el sesgo o mito de la víctima perfecta con la historia de la caperucita roja: Skott, S., Nyhlén, S. & Giritli-Nygren, K. In the Shadow of the Monster: Gothic Narratives of Violence Prevention. Crit Crim 29, 385–400 (2021). https://doi.org/10.1007/s10612-020-09529-x

(5) Galicia, S. (2022). El problema con los métodos tradicionales para prevenir el acoso sexual laboral. En: Multiplica Igualdad. Blog de GenderLab. Disponible en: https://blog.genderlab.io/problema-metodos-tradicionales-prevenir-acoso-sexual-laboral/