El sindrome de la impostora

El sindrome de la impostora

Escrito por Pía Olea Ubillús, Directora de Consultoría de GenderLab

¿Tienes dudas si mereces estar en el puesto en el que te encuentras, el reconocimiento profesional que te otorgan tus colegas, un aumento de sueldo o una promoción? ¿Piensas que solo es cuestión de tiempo para que la gente descubra que eres un fraude? Si ese es tu caso, no eres la única. Muchas mujeres exitosas sufren de ello y es lo que las psicólogas Pauline R. Cance y Suzanne A. Imes (1978)  llamaron el síndrome del impostor(a).

Este síndrome se presenta en mujeres que, habiendo tenido el privilegio de estudiar y/o desarrollarse profesionalmente, cuentan con logros académicos y/o profesionales que las respaldan, son reconocidas en el medio por sus colegas, pero que a pesar de todo ello, sientes que son un fraude, que están estafando a tod@s y que eventualmente la gente se va a dar cuenta.

Muchas mujeres sufren de este síndrome, por ejemplo, Emma Watson, luego de terminar de filmar las películas de Harry Potter declaró que sentía que “en cualquier momento, alguien va a descubrir que soy un fraude total. No puedo estar a la altura de lo que todo el mundo piensa que soy”. Tina Fey, reconocida comediante estadounidense, refiriéndose a este síndrome dijo que “La Belleza del síndrome del impostor es que oscila entre la egolatría extrema y una sensación completa de: ¡Soy un Fraude! ¡Oh por Dios! ¡Tod@s se van a dar cuenta que soy un fraude! Así que sólo intenta disfrutar de la egolatría cuando aparezca y luego trata de pasar por la idea de que eres un fraude. Aunque lo cierto es que recientemente me he dado cuenta que todos somos unos fraudes, así que trato de no sentirme muy mal al respecto”.  

Ahora, esos son ejemplos de personas famosas, pero este síndrome se puede dar en cualquier profesión y en cualquier etapa de la carrera profesional, por ejemplo, una periodista graduada con méritos de una buena universidad y con años de experiencia en el medio, que es contratada por un periódico para tener su propia columna de opinión, piensa que de todas maneras el periódico debe de haber cometido una equivocación en contratarla y que en cualquier momento se van a dar cuenta de su error.

En todo caso, ejemplos como los presentados hay muchos y diversos estudios han señalado que son las mujeres quienes experimentamos con mayor intensidad y tendemos a limitarnos profesionalmente más por el mismo. Lo cual, tal como señala Sherryl Sandberg en su libro Lean In, tiene como consecuencia, a la larga, que las mujeres no estemos llegando a ocupar los puestos de liderazgo y dirección de las empresas en las que nos encontramos laborando.

Así pues, la pregunta clave es ¿por qué este síndrome afecta más a mujeres que hombres? una de las explicaciones para ello, y la cual yo comparto, es que los roles sociales y expectativas sociales estereotipadas genera que las mujeres sientan inconscientemente que el sobresalir o ser exitosas en sus respectivas carreras profesionales es un rol que no les corresponde. En efecto, es el hombre quien, de acuerdo a las normas sociales vigentes, es el ambicioso, inteligente en temas de negocios, el que tiene los mayores ingresos, etc. Sobre el particular, la autora Ken Auletta señala que en el caso de las mujeres el cuestionarse las cosas varias veces es una forma de auto defensa con la finalidad de no ser rechazadas por la sociedad, razón por la cual cuestionamos nuestras habilidades y disminuimos nuestros logros, especialmente en la presencia de otros.  

Y ante todo esto, ¿qué podemos hacer? si bien no pretendo tener la solución y de hecho hay varias posibilidades dependiendo de cada caso en concreto, una de las posibles soluciones que leí y más me gusto fue la de “fake it, till you feel it” que traducido al español significa ¨pretende hasta que te lo creas¨. Y exactamente esto es lo que yo he hecho, con más éxito algunas veces que otras, a lo largo de mi vida profesional. Pero sí, aún así no te lo creas, pretende que que mereces el reconocimiento que se te otorga –porque en verdad lo mereces-, reconoce que esa inseguridad respecto a tus habilidades es consecuencia de este síndrome, reconoce que tienes que haber jugado un rol activo para estar donde estás y que el equivocarse no significa que eres un fraude.

Así que dicho todo lo anterior, este primer intento de escribir algo, va para todas aquellas mujeres que están luchando contra este síndrome en mayor o menor medida, con la esperanza que se reconozcan a si mismas como mujeres exitosas y tengan el coraje de dar el siguiente paso y ser agentes de su propio cambio.