3 motivos por los que el cambio de nombre del Ministerio de la Mujer sería un error

La reciente aprobación del dictámen que propone cambiar el nombre del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) por Ministerio de la Familia y Poblaciones Vulnerables ha generado polémica. Y no es para menos. Si bien el Congreso no tiene competencia para realizar un cambio de esta naturaleza, la propuesta invisibiliza la discriminación estructural que enfrentan las mujeres en razón a su género.

Esto es una muestra más del conservadurismo instalado que viene entorpeciendo la agenda mujer en nuestro país. Esta propuesta refleja cómo para algunos grupos una agenda específica para cerrar brechas de género, es innecesaria. Y nada más lejano de la realidad: cerrar estas brechas requiere de acciones fuertes, integrales, sostenibles, y con respaldo social y político.

Con ese norte, han habido avances en los últimos años en donde sociedad civil, organismos internacionales, sector privado y sector público han tomado protagonismo desde diferentes frentes. El MIMP viene dirigiendo estrategias interinstitucionales para combatir la desigualdad de género; ello, en línea a los compromisos y obligaciones internacionales asumidas por el Estado peruano (1). Pero es innegable que hay mucho camino por recorrer.

El escenario al que nos enfrentamos hoy - con obstaculizaciones al enfoque de género en la educación como uno de los muchos ejemplos -  compromete los avances y el camino trazado. Por eso, el cambio de nombre del MIMP debe entenderse también en un contexto de crisis para los derechos de las mujeres y la comunidad LGBTIQ+. Esto pondría en riesgo la continuidad de políticas públicas e impactaría en la distribución y definición de las prioridades y funciones del ministerio, despriorizando el trabajo para la promoción y garantía de sus derechos. Significaría también un riesgo en el cumplimiento de los diversos compromisos internacionales asumidos, como ha resaltado el propio MIMP, significaría un riesgo para ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

¿Por qué existe un Ministerio de la Mujer?

El MIMP es rector en las políticas nacionales sobre mujer y promoción y protección de las poblaciones vulnerables. Está conformado por dos viceministerios:

  • Viceministerio de Poblaciones Vulnerables: Tiene entre sus funciones formular, coordinar, ejecutar, supervisar y evaluar, las políticas nacionales a favor de las poblaciones vulnerables (lo que incluye a las personas con discapacidad, desplazadas, adultas mayores, niños, niñas y adolescentes sin cuidados parentales o en riesgo de perderlos, en situación de adoptabilidad, y familias).

  • Viceministerio de la Mujer: Tiene entre sus funciones formular, coordinar, ejecutar, supervisar y evaluar, las políticas nacionales en favor de las mujeres en su diversidad.

La desigualdad que viven las mujeres peruanas responde a un problema estructural que se refleja en cifras alarmantes. Esta problemática requiere de un ente rector que aborde de forma específica e integral las causas primarias así como las consecuencias de la desigualdad de género. De esta manera, la existencia de un Ministerio de la Mujer se fundamenta en la necesidad de construir e implementar herramientas y medidas intersectoriales para hacer frente a estas desigualdades.

¿Por qué sería un error el cambio de nombre?

1. Invisibiliza la desigualdad y discriminación estructural que enfrentan las mujeres en su diversidad

La desigualdad que experimentan las mujeres en la sociedad peruana es una realidad alarmante que requiere de voluntad política, institucionalidad y políticas públicas claras para hacerle frente. Las cifras lo demuestran:

  • Violencia contra las mujeres: El 63% de las mujeres de 15 a 49 años de edad sufrió algún tipo de violencia psicológica, física o sexual por parte del esposo o compañero (2). En el 2021, se atendieron en los Centros de Emergencia Mujer (CEM), 6929 denuncias de violación sexual contra menores de 17 años (3). En el 2021 se registraron 136 feminicidios, y en lo que va del 2022, se han reportado 54 feminicidios (4).
  • Embarazos forzados producto de la violencia sexual: Todos los días 4 niñas menores de 15 años tienen un parto; cada hora 8 adolescentes entre 15 y 19 años tienen un parto; y, durante 2021 al menos 1436 niñas menores de 15 años fueron madres (5).
  • Tolerancia social frente a la violencia contra las mujeres: El 59% de personas tolera la violencia contra las mujeres, la normaliza y justifica. El 33% de personas considera que una mujer infiel debe recibir castigo por parte de su pareja. El 31% de personas considera que las mujeres que se visten de forma “provocativa” están buscando ser sexualmente acosadas (6).
  • Mujeres desaparecidas: De enero a mayo de 2022 se reportaron 709 mujeres adultas como desaparecidas y  1546 niñas y adolescentes. Menos del 50% fueron halladas (7).
  • Brecha salarial: Las mujeres ganan menos que los hombres realizando las mismas labores. En el 2021 la brecha salarial fue 25% y si se ajusta por características como edad, nivel educativo y actividad económica asciende hasta 35% (8).
  • Autonomía económica: El 36% de mujeres no tiene ingresos propios, casi el doble en comparación de los hombres (19%) (9).
  • Labores domésticas no remuneradas: Las mujeres dedican cerca de 40 horas a la semana a este tipo de trabajo, mientras que los hombres solo 15 horas (10).

Estas cifras son solo una muestra de una problemática mucho más compleja, que envuelve muchos otros factores. Precisamente la existencia de la desigualdad estructural que experimentan las mujeres, es lo que justifica la necesidad de una institución con órganos específicos que centralicen la dirección de políticas públicas para responder a esto.

2. Quita institucionalidad a las políticas públicas en la materia

Muchas personas sostienen que solo un cambio de nombre no significa un retroceso. Sin embargo, sí lo es. El nombre sí importa:

  • Es una cuestión de institucionalidad: Tener un Ministerio de la Mujer implica el reconocimiento de la desigualdad estructural mencionada antes, y de la necesidad de atenderla mediante estrategias específicas. Esto sería el reconocimiento y voluntad política de darle continuidad a los avances que se han logrado en los últimos años.  No estamos hablando solo de una cuestión de nomenclatura, sino de quitarle institucionalidad a los derechos de las mujeres.
  • Implica un riesgo en cuanto a prioridades y funciones: No tener un Viceministerio de la Mujer, es despriorizar las políticas públicas para la atención y garantía de sus derechos. Con ello, las funciones definitivamente variarían y se disiparían.

La propia institución ha manifestado el rechazo frente a esta propuesta, reconcociendo que la misma “Pone de espaldas a 17 millones de mujeres peruanas y residentes en nuestro país que sufren de discriminación estructural por su condición de mujeres y que afecta severamente sus vidas, sus derechos y sus oportunidades de desarrollo” (11).

3. No es cierto que tener un Ministerio de la Mujer deje de lado la protección de otras poblaciones

La propuesta de cambio de nombre se fundamenta en que tener un Ministerio de la Mujer desatiende las desigualdades de otras poblaciones en situación de vulnerabilidad, como niños, niñas y adolescentes, personas adultas mayores, personas en situación de abandono, etc. Esto pone en evidencia el intento de confundir y desinformar a la población respecto a los objetivos y  funciones del MIMP.

Dentro de sus competencias, el ministerio sí incluye la promoción, garantía y protección de los derechos de colectivos como personas con discapacidad, personas adultas mayores, niños, niñas, adolescentes sin cuidados parentales o en riesgo de perderlos, etc. Función del Viceministerio de Poblaciones Vulnerables.

En cuanto al Viceministerio de la Mujer, formula, dirige y supervisa políticas nacionales en favor de las mujeres en su diversidad. Esto se debe a que estadísticamente - a nivel mundial y local - son las principales afectadas (12). Sin embargo, entre sus funciones hay una especial atención a integrantes del grupo familiar víctimas de violencia, lo que implica también estrategias específicas, sistemas de prevención, sanción y reparación.

No es solo una cuestión nominal: el nombre sí importa

Una propuesta como esta podría pensarse solo como una cuestión nominal. Pero lo que refleja es un golpe más a la agenda mujer, y una nueva alerta que nos obliga a seguir trabajando, informándonos y concientizándonos sobre la necesidad de poner la igualdad de género como un tema medular en el debate social y político.


(1) Ejemplos de ellos son la Convención Belém do Pará, la Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, etc.

(2) INEI, 2020. Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES).

(3) MIMP. Programa Nacional para la Prevención y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres e Integrantes del Grupo Familiar - AURORA.

(4) Ídem.

(5) UNFPA, 2021. Consecuencias socioeconómicas del embarazo y maternidad adolescente en el Perú.

(6) INEI, 2019. Encuesta Nacional sobre Relaciones Sociales (ENARES).

(7) Defensoría del Pueblo, 2022. ¿Qué pasó con ellas? - Mayo.

(8) INEI, 2021. Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO).

(9) INEI, 2020.  Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO).

(10) INEI, 2010. Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT).

(11) Ver en: https://twitter.com/MimpPeru/status/1544504758534569985

(12) A nivel mundial, 1 de cada 3 mujeres experimentan violencia física o sexual. Ver en: https://news.un.org/es/story/2021/03/1489292